La oxitocina es un tratamiento terapéutico prometedor para epilepsias causadas por mutaciones en SCN1A, así como para otras formas de epilepsia. Ejerce múltiples efectos en el cerebro, y juega un papel importante en la función cognitiva, social y neuroendocrina.
También ha sido identificada como potencialmente terapéutica en trastornos neuropsiquiátricos como el autismo y la depresión, que a menudo son comórbidos con la epilepsia, lo que plantea la posibilidad de que pueda conferir protección contra los fenotipos de comportamiento y crisis en la misma.
La oxitocina es un neuropéptido que puede actuar tanto como neurotransmisor como hormona dentro del cerebro. Actúa como mediadora en ciertos aspectos del comportamiento social, como el cuidado materno, la unión de parejas y la memoria de reconocimiento social. En modelos de autismo de ratón, la exposición a oxitocina intranasal se asoció con una mejor interacción social. Además, el aumento de los niveles endógenos de oxitocina, conseguido mediante la estimulación de las neuronas productoras de la misma, también mejoró el comportamiento social. En humanos, la infusión intravenosa e intranasal de oxitocina reducen las conductas repetitivas y mejoran el comportamiento social en pacientes diagnosticados con un trastorno del espectro autista.
Además de afectar al comportamiento, la oxitocina también exhibe efectos neuroprotectores y antiinflamatorios, y modula la excitabilidad neuronal. Ratones que carecen de receptores de oxitocina son susceptibles de sufrir convulsiones inducidas, lo que sugiere que la oxitocina puede influir en la susceptibilidad a las mismas.
Un inconveniente de la oxitocina es que tiene una vida media corta y no puede cruzar fácilmente la barrera hematoencefálica, por lo que es probable que la administración sistémica (vía torrente sanguíneo) se asocie con una biodisponibilidad limitada. Pues bien, un estudio reciente ha demostrado que el tratamiento con oxitocina encapsulada en nanopartículas (partículas minúsculas de entre 1 y 100 nanómetros de tamaño), administrada por vía nasal, confirió una protección robusta y sostenida contra las crisis epilépticas inducidas por electroshock en ratones modelo de GEFS+ y síndrome de Dravet, y restauró un comportamiento social más normal en los mismos. No se observaron efectos neurotóxicos ni una respuesta inflamatoria tras la administración de la oxitocina encapsulada.
El efecto anticonvulsivo de la oxitocina encapsulada fue mayor que el de la oxitocina sin encapsular. Sin embargo, no tuvo efecto en sobre las crisis cuando éstas fueron inducidas por hipertermia.
Aun así, estos resultados demuestran la capacidad de una formulación nanotecnológica para mejorar significativamente la eficacia de la oxitocina, y abre las puertas al uso de dicha formulación como estrategia general para mejorar el potencial terapéutico de otros neuropéptidos en epilepsia y otros trastornos neurológicos.
Podéis acceder al estudio, en inglés, AQUÍ.
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