No. Al menos por el momento, las vacunas actuales contra la COVID-19 no deberían afectar a un posible tratamiento por terapia génica o avanzada en personas con síndrome de Dravet.
En la actualidad son tres las vacunas aprobadas en España contra el virus SARS-Cov-2 que causa la COVID-19. Estas son las de Pfizer/BioNTech, la de Moderna, y la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
Las vacunas de Pfizer/BioNTech (por el momento, para personas mayores de 16 años) y Moderna (para mayores de 18) son vacunas de ARNm y no vectores virales, lo cual quiere decir que no representan un peligro para posibles tratamientos con vectores que se puedan realizar durante terapias génicas que utilicen vectores virales.
El ARNm que se usa en dichas vacunas está aislado (sin ir acompañado de ningún otro fragmento del virus), va envuelto en una capa lipídica que le ayuda a entrar en nuestras células, y lleva la información para que nuestras células sinteticen la proteína que rodea al virus, que posteriormente es reconocida por nuestros anticuerpos como algo extraño que debe ser atacado. Nuestro cuerpo, por tanto, aprenderá a sintetizar anticuerpos contra el virus (específicamente contra la cubierta de proteínas del virus) para que así, si algún día se infecta con el virus real, pueda reaccionar contra él por disponer ya de los anticuerpos necesarios.
Ese ARNm que se nos inyecta con la vacuna, además de no venir envuelto en un vector viral, se degrada (desaparece) al poco de haber realizado su función, por lo que tampoco se integra en nuestro ADN o nuestros propios ARNm. Por tanto, no habrá signos de ARNm vírico en nuestro cuerpo al poco de ponernos la vacuna. Además, la información que lleva ese ARNm se refiere únicamente a la de síntesis de la proteína de la cubierta del coronavirus, y no a cualquier otra información de cualquier otro virus, por lo que tampoco debería causar reacción inmunológica contra otros virus distintos al de la COVID-19.
En cuanto a la vacuna de AstraZeneca (por el momento, para personas mayores de 18 años), ésta sí consiste en un vector adenovirus de chimpancé, inofensivo para nuestro organismo y que no puede replicarse en él, que contiene ADN del SARS-CoV-2, el cual lleva la información necesaria para que nuestras células sinteticen la proteína de la cubierta del virus, pasando por el proceso típico de transferencia de información ADN-ARNm-proteína. Tras esto, y de nuevo, nuestro organismo queda inmunizado con los anticuerpos necesarios para combatir la posible infección futura por COVID-19.
Esa información en forma de ADN que lleva esta vacuna es específica para el SARS-CoV-2 y no para cualquier virus. No obstante, podría existir cierta inmunidad frente al vector viral que transporta el ADN, por lo que es importante conocer qué vectores se usan en cada terapia y en cada vacuna.
Hasta el momento, las terapias génicas para síndrome de Dravet más próximas a llegar a ensayos clínicos utilizan virus adenoasociados y no adenovirus, por lo que esta vacuna no debería afectar o prevenir la participación de una persona con síndrome de Dravet en dichos ensayos.
Podéis encontrar más información sobre las vacunas anti-COVID-19 en España AQUÍ.